jueves, 24 de enero de 2013

Aquel encuentro...

Hubiera podido jurar que eras tú, sin embargo estaba seguro de que si alguien no era... eras tú. Me fui acercando mientras pronunciaba tu nombre. Ella volteó, respondió a tu nombre, y tenía tu rostro; aun así no eras tú. Ella sonrió, y dijo mi nombre con una suave y dulce voz; como la que solías usar tú para llamarme. Por fin llegué a esa persona, la estuve viendo un largo tiempo, ella extrañada me preguntaba que tenía, mientras yo inútilmente quería encajar tu persona en ella... no podía... al final resolví contestar el "hola" que me dijo ella primero; aunque admito fue sólo cortesía pues no la conocía.

Estuvimos platicando un largo tiempo, ella me contaba lo que había hecho últimamente y yo escuchaba atentamente como si tuviera algún tipo de interés por aquella desconocida. Me contó acerca de las ciudades que visitó, las cosas que hizo y personas que conoció, me dijo que estaba más delgado desde la última vez que me vio pero que no había cambiado nada. Tenía razón; no era la primera en notar mi delgadez desde que deje de verte, más no podría saber porque esa persona lo sabía.

Después de varios intentos logró hacer que yo hablara también acerca de lo que había estado haciendo desde que dejé de saber de ti ya hace dos años. De haber hablado contigo probablemente hubiera inventado historias interesantes, tan sorprendentes que te costaría creerlas, pero tendrías que hacerlo de cualquier modo pues no estarías presente en ninguna. Hubiese querido maravillarte para que pensaras que no te extrañé en todo este tiempo y que apenas tuve tiempo de pensar en ti... pero no eras tú; estaba hablando con alguien más así que no me importó decir la verdad. Le conté que desde nuestra despedida mi vida se encontraba igual, que la pausé hace dos años con tú partida y seguía así; que había dejado a la rutina apoderarse de mí. Vi que sus ojos se tornaron tristes, y no entendí porque una extraña tendría esa empatía para conmigo, pero noté que no fingía y entendí que era mejor irme, no soy quien para entristecer a una persona que acabo de conocer.

Nos despedimos; ella dijo alegrarse de verme y que deberíamos de tomarnos un café pronto para seguir conversando, dibujé una sonrisa y dije - un día de estos - comencé a caminar y me pregunté si en verdad llegaría ese día. Ese fue mi encuentro con esa extraña persona; tenía tu nombre, tu rostro, su aroma era igual que el tuyo, sus labios me recordarán siempre a los tuyos y parecía saber de mí como sólo tú llegaste a saberlo... ella tenía todo de ti, pero esa persona no eres tú.. aunque si lo fue..

lunes, 7 de enero de 2013

Un trato


Desde que te conocí, he sentido tantas veces la felicidad y tantas las tristeza que no podría numerarlas, y aún así sé que todas fueron por ti. Lo único que me podría haber dolido más que un amor no correspondido, es darme cuenta que la única persona que siento he amado en toda la vida me diga que no me cree cuando se lo digo. Todavía no sé porque, pero me he dado cuenta de algo; no te amo para que lo creas, ni siquiera te amo para que me ames tú, lo hago porque tu felicidad es mi felicidad y tu tristeza es la mía, porque sacas lo mejor que hay en mí y eso me hace un mejor hombre para poderme regalar a ti. Te amo para amarte y porque te amo.

Quisiera proponerte algo… te propongo ayudarte siempre en todo lo que pueda y en lo que no pueda hacerte compañía todo el tiempo que tú quieras. Te propongo, si me das la oportunidad, llevarte el desayuno cada mañana acompañado por una taza de café y cantarte cada canción que me recuerde a ti. A cambio quiero una cosa, que estés conmigo todo el tiempo que te sea posible, para si un día ya no pudieras, pensar que compartimos todo lo que pudimos y que te tuve todo el tiempo que habría podido tenerte.

Te regalo todo lo que tengo y todo lo que soy, te regalo toda mi vida y a cambio sólo quiero una parte de la tuya, la que aún no has vivido... ¿Quieres hacer el trato?

viernes, 4 de enero de 2013

Ser pesimista...

Las personas allegadas a mí suelen decir que soy un persona "pesimista" y que debería de ver un poco más el lado "bueno" de las cosas. Esto siempre me ha hecho pensar en este concepto preconcebido que poseen los humanos acerca del bien y del mal, y del como aplicando dicho concepto creen poder vaciar las experiencias en un lado o en el otro.

Las experiencias, tanto las buenas como las malas son inexistentes... o bueno dicho de mejor manera, son tan sólo experiencias, y el hecho de asociarlas con algo bueno o malo es algo subjetivo, y cada persona tendrá una definición para otorgarles; por lo tanto el ser positivo (optimista) o negativo (pesimista) es un concepto -al menos a mi parecer- mal aplicado, pues para cada persona lo bueno y lo malo es algo distinto (incluso inexistente) y creo, esto va más por el convencimiento de las personas que aquellas experiencias que les resulten convenientes tienen que ser positivas (buenas) y las que sienten les perjudican las negativas (malas); lo que sugiere en primera instancia, que sabemos realmente diferenciar y prever cuales hechos nos resultaran más provechosos, lo que es realmente absurdo.

Entonces, siendo que no podemos siquiera diferenciar entre lo que nos resulte más conveniente, ¿Cómo esperamos poder diferenciar lo bueno de lo malo, lo positivo de lo negativo, o al optimista del pesimista? Simplemente no podemos, y creo es porque no existe tal diferencia.

jueves, 3 de enero de 2013

El Dios de la nada - I -


Ahí está el hombre, como siempre, sentado en la oscuridad; en esa única habitación existente. Donde él es Dios, donde es todo… donde es nada. Había estado ahí toda su existencia; un siglo o un par de minutos. Realmente no lo sabía, realmente no importaba. Y es que, siendo el tiempo relativo, para él que estaba solo, que nunca habló con alguien (aun suponiendo que supiera hacerlo) el tiempo parecía haberse detenido.

¿Quién era?... ¿Y Cómo se supone que iba a saberlo?, ¿No es acaso la existencia de los demás lo que delimita y define nuestra propia existencia? Sí, somos lo que los otros no son y, al mismo tiempo, somos parecidos a esos otros. Así como un gato sabe que lo es al ver otros gatos y saberse semejante a ellos; y sabe que no es un perro al darse cuenta de sus diferencias con estos. Del mismo modo nosotros definimos nuestro existir al percibir las similitudes o las faltas de éstas en comparación con todos los seres que nos rodean. Más el estaba solo, y no tenía a alguien (algo) más como su referencia, como una imagen con quien comparar la suya, tan sólo era una forma sin forma que existía pero no era nada, bien pudo ser una piedra (quizá lo era) y no haberlo notado.

Y allí sigue el hombre, encerrado entre esos cuatro muros; envuelto en su soledad y en una penumbra tan densa, tan negra que es imposible de imaginar y aún más de describir; era una oscuridad tal que no se podía ver las propias manos, los pies, ni mucho menos algún rincón del cuarto; tal era la negrura que en ocasiones parecía oscurecer sus propios pensamientos volviéndolos más difusos y difíciles de reconocer y hasta a su propia alma que ennegrecida envenenaba de a poco y sin darse cuenta a todo su ser.  

 Había estado solo toda su vida, jamás había visto algo, jamás había olido nada que no fuera su propio aroma y por sobre todo, nunca había estado fuera de aquella habitación. Aun así él era feliz, aun así él creía ser feliz.
Llegó un día más -¿ O sería una noche?, ¿Acaso importaba?- Despertó y como en cualquier otro día y sus pensamientos comenzaron a abordar su mente; eran realmente absurdos, que tanto podría pensar ese hombre si su universo entero se limitaba tan sólo a esa pequeña habitación. Se sentía inquieto, esté día en especial tenía mucha energía; su limitada imaginación miraba hacía su adentro, repasando sus recuerdos casi inexistentes mientras el halo de luz se deslizaba desde un pequeño agujero para morir encima de su pie izquierdo... Espera, ¿Acaso era un rayo de luz? Si, él hombre lo miró asombrado (por no decir asustado) sin poder creer eso.. eso.. ¿Qué era eso? No lo sabía, (¿Cómo podría?)  pero era lo mas sorprendente que le había pasado desde que podía recordar, ¿Hará daño? Se lo preguntó, y su sentido común le decía que no puesto que el fino hilo de luz estaba descansando sobre su pie y fuera de una sutil calidez no parecía que pudiese provocar nada más; aun así no podría asegurarlo, ¿De dónde viene? Esa parecía ser la única pregunta que podía contestar; y la curiosidad nata de un humano (incluso en aquellos que ni siquiera saben que son humanos) no le permitió el no averiguarlo.
Comenzó a seguir el fino rayo de luz que se abría camino con dificultad por la oscuridad de la habitación, intentando descubrir lo que provocaba tan extraño fenómeno; no tardó en llegar a un agujero en una de las paredes, en su mente intentaba imaginarse como se originó ese agujero... ¿O es qué siempre había estado allí y no lo había notado? quizá era así, el agujero siempre había existido y lo nuevo era la luz que ahora entraba por él. Su excitación iba en aumento, como la de un niño cuando por primera vez recibe un regalo; no sabe que es esperar, pero pero de alguna forma sabe que algo esta por ocurrir. Acercó el ojo al orificio cual curioso cuando espía a través de una mirilla y la luz encandilo su ojo -sensación nueva para él-, retrocedió aterrado por lo que acababa de pasar e intentó desesperadamente  hacer salir esa luz de su mundo; tapaba con sus dos manos el agujero por donde se filtraba, pero cada vez que las quitaba la luz volvía a entrar. No sabía que hacer, no sabía como evitar que entrara esa indeseable cosa que le cegó (tan sólo por un momento) el ojo, lo intentó hasta el cansancio sin lograr su cometido.
En esa ocasión durmió exhausto, quizá como nunca antes lo había hecho, durmió viendo aún esa luz. No pudo evitar soñar con ella, la veía entrando directo a sus ojos dejándolo ciego nuevamente, aunque luego se acostumbraba al cambio repentino de iluminación y veía todo con más claridad; el cuarto estaba vacío -algo que ya sabía- más puedo ver algo totalmente nuevo, sus mano por primera vez estas aparecían ante él. Las veía extrañado pero de cierta manera le resultaban familiar, siempre había sabido que allí estaban, pero no sabía la forma exacta que éstas tenían. Luego miró hacía abajo y pudo ver, por primera vez su propio cuerpo, su cuerpo desnudo y sucio, jamás se le ocurrió pensar en poder verse, era algo que escapaba de su limitada imaginación. 
La exaltación fue tal que lo hizo estremecer y despertar, abrió los ojos y lo primero que vio fue ese hilo luminoso abriéndose el camino débilmente entre la pared, de inmediato supo que allí residía su única oportunidad de convertir en realidad su sueño y poder verse. Se levantó de un salto y puso su mano debajo del rayo, pero este era tan fino que no podía echar luz suficiente para poder verla; el hombre, desesperado, intentó poniendo un pie, luego la otra mano, la cabeza... nada, imposible pretender iluminar un cuerpo entero con tan sólo un poco de luz. Trató de colocar una vez más su ojo en el orificio, la luz de nuevo lo cegó momentáneamente, sin embargo en ésta ocasión no apartó la vista, simplemente se quedó mirando. Poco a poco su vista fue regresando y se fue adaptando al cambio de iluminación, y fue notando el exterior, había algo afuera... pero no lo graba distinguirlo del todo... parecía ser una sombra... no... más bien una figura... si una figura... una, muy parecida a la suya.



Aquí comienzo

Hola!!
Quisiera comenzar agradeciendo a todo aquel que se tomó un poco de su tiempo para pasar por este aun pequeño blog que estoy recién comenzando. En él, iré de a poco depositando todos aquellos pensamientos que muchas veces vienen a mi mente (como le pasará a cualquiera) por un sólo instante y luego desaparece después de un breve pero real momento de lucidez, como cuando se apaga una vela de un soplo. Pero de la misma forma que de esa mecha apagada fluye humo que deja constancia de la llama que estuvo allí; así intentaré rescatar yo mis pensamientos y presentarlos a ustedes para que sean los testigos de que aunque sea por instante, alguna vez existieron. Y no lo se, quizá me permitan ser testigos de los suyos también.

Siempre he tenido un gusto por la lectura y la escritura es mi segunda afición. Aun así no suelo escribir a menudo, no creo tener la constancia necesaria para ser un escritor o un novelista, me conformo con unos pequeños pero significativos momentos para contar algunas de las historias (e histerias) que en mi cabeza se desarrollan sin que pueda intervenir para cambiarlas. He dejado pasar mucho tiempo siendo el único conocedor de dichas historias, las deje pasar y se que muchas de ellas nunca regresaran; pero he decidido comenzar a rescatar aquellas que aún pueda y si al menos una persona recuerda alguna de mis palabras dichas sabré que no están muertas del todo y que aun tienen algo que aportar.

Bienvenidos a mi espacio, y bienvenidos a la papelera de mi mente. Esto es lo que no me atreví a pensar...